Género: Drama, no ficción.
Autor: https://es.wikipedia.org/wiki/Victor_Hugo
Sinopsis:
En esta obra colosal, el autor de Nuestra señora de París se ocupa de los miserables, los más desfavorecidos por el complejo sistema económico del siglo diez y nueve.
En un tiempo en el que la desigualdad y la injusticia eran consustanciales a la existencia, el genial autor se ocupa de novelar aquello que lo escandaliza, no sólo por inhumano sino por dolorosamente cotidiano.
Sobre la obra:
Entregarse a la lectura de Los miserables, es más un proyecto que una actividad. Su tamaño descomunal, la cantidad ingente de sucesos, personajes, intrigas y datos históricos, así como de hondas reflexiones, consideraciones oportunas del autor, matices etc hacen de esta obra intemporal un proyecto en el que depositar toda la ilusión de que se disponga, así como la determinación firme de completar su lectura y comprensión.
Desde el primer momento el trabajo se hace fácil gracias a la extraordinaria prosa del autor, que , aun hoy, sigue legible a pesar de los innumerables cambios de moda y tendencia dados en la prosa.
La vigencia de sus reivindicaciones, la actualidad de sus reproches, la constatación que hace de no pocas injusticias, nos resulta, no sólo comprensible sino altamente familiar, pues aún hoy, en mas de un lugar del ancho mundo, suceden hechos como los relatados por el genial autor francés.
Si hay algo que destaca sobre todas las bellezas de este libro, eso son sus personajes, y por ellos comenzaré mi resumen.
MYRIEL - El obispo.
Myriel es el anciano obispo de Digne, por gracia de Napoleón. Esta circunstancia se da, siendo Myriel un anciano párroco cuando en un encuentro fortuito con el emperador galo, este se siente molesto ante la mirada impertinente de Myriel y le interroga indirectamente: ¿Puede saberse que mira este hombre de ese modo?, a lo que el ingenioso párroco responde: Yo miro a un gran hombre y vos miráis a un hombre sencillo. Los dos sacamos provecho de esto.
Napoleón supo apreciar aquella mezcla de humildad e ingenio y ordenó que fuera inmediatamente nombrado obispo de Digne.
El autor resuelve así, con creatividad el problema que supone hacer llegar a un hombre de corazón puro y sin vanidad, ambición o hipocresía hasta esa escala de la iglesia católica. Ni si quiera una imaginación como la de Hugo concebía otro modo de que algo así pasara en aquel siglo.
Myriel es , como ya hemos dicho, un hombre puro. Un hombre que ha llegado al umbral de la santidad por convencimiento, no por imposición, obsesión o doctrina sino por que los pasos que lo han guiado en la vida lo han conducido hasta la fe. Muestra Myriel una "fe" tal vez más pragmática que mística. De un pragmatismo caritativo y solidario que queda patente tanto en sus palabras como en sus actos así como en su casto y humilde modo de vida: "...el hospital se queda muy pequeño para tantos enfermos y mi casa grande para mi sólo. ¡Aquí hay un error¡ Usted tiene mi casa y yo la suya - le dijo al director- ¡Devuélvamela de inmediato¡."
Así empieza Myriel su oficio como ministro de la iglesia, donando su casa a los necesitados y haciendo con ello justicia.
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